EL CRATER DEL ASTEROIDE QUE MATO A LOS DINOSAURIOS.
El asteroide habría terminado con la era Mesozoica o era de los dinosaurios, que inició hace 251 millones de años.
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Se le culpa de la desaparición más famosa de la historia:
haber acabado con el 70% de la vida en la tierra. Se trata de un
asteroide que cayó hace 65 millones de años del que solo queda la escena
del crimen: el cráter de impacto ubicado en Chicxulub, en la península
de Yucatán.
Sin embargo, existe una gran variedad de mitos e imprecisiones
en torno a este catastrófico suceso, dijo Jaime Urrutia Fucugauchi,
investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM, en su conferencia
“El cráter de impacto Chicxulub y la extinción de los dinosaurios”, en
el IFUNAM, el 3 de mayo.
Urrutia charló sobre las características del cráter desde su
descubrimiento. Todo empezó en los años 60, cuando, tras explorar el
subsuelo en el Golfo de México, se detectaron ciertas anomalías
gravitacionales en la capa carbonatada de la península de Yucatán. A
diferencia de las estructuras geológicas comunes, que presentan formas
irregulares, las imágenes mostraban una forma circular y un patrón
concéntrico.
Lo anterior llamó la atención de los investigadores quienes
determinaron que existía un enorme cráter de multi-anillo sepultado en
el área. Aunque existen otros cráteres importantes con la misma
estructura (uno en Sudbury, Canadá y otro en Vredefort, Sudáfrica),
Chicxulub destaca porque se ha conservado prácticamente intacto debido a
la nula actividad sísmica y volcánica de Yucatán.
Desde entonces Chicxulub, con una extensión de 200 km, ha sido
objeto de estudios geoquímicos, análisis de núcleos, microscopía
electrónica y estratigrafía, entre otros, que han dado pauta a poderosas
hipótesis.
El proyectil debió tener un tamaño de alrededor de 10 km de
diámetro y perforó la capa terrestre de la península a velocidades de
10km por segundo. Tuvo que haber sido una colisión de alta velocidad,
dijo Urrutia, porque solo así se explicarían los restos de materiales
con evidencia de derretimiento como consecuencia de las altas
temperaturas y presiones del impacto.
Como resultado del choque, material rocoso fue expulsado a
velocidad de escape hacia la atmósfera terrestre, provocando que
toneladas de fragmentos se calentaran a temperaturas de 200 C° (a este
evento se le conoce como “Bola de fuego”), lo que alteró las
condiciones de vida óptimas en la Tierra y provocó la posterior
extinción de casi el 70% de la vida en unas pocas horas, comentó
Urrutia.
Otros vestigios encontrados en la parte marina del cráter
muestran que el impacto ocurrió en la época en que la península estaba
aún bajo el agua, lo que produjo tsunamis de unos 300 m de altura (15
veces más alto que el de Japón en 2011) que también contribuyeron a la
destrucción.
Tras analizar la constitución del cráter, se sabe que tiene
cuatro capas que muestran la sucesión de eventos ocurridos: la capa
inferior previa a la colisión contiene microfósiles propios del
Cretácico; luego le sigue la capa del material eyectado en el choque;
encima de ella, la capa formada por los restos de la “Bola de Fuego” y,
finalmente, el sedimento posterior a la catástrofe.
Los fósiles de la primera y última capas son diferentes, lo que
evidencia un cambio en las especies. Por otro lado, entre la capa de la
Bola de fuego y la correspondiente al periodo Cenozoico, hay un espacio
carente de todo resto fósil a lo que se le conoce como “capa de océanos
vacíos”, señal del lapso que tardó la vida marina y los ecosistemas en
recuperarse.
Hay preguntas sin respuesta todavía como ¿por qué hubo especies
que sí sobrevivieron? Y ¿cuáles fueron sus mecanismos de adaptación? No
obstante, los trabajos de Urrutia como de muchos otros investigadores
contribuyen a que, a pesar de las incógnitas, la teoría del cráter de
Chicxulub siga vigente.
“A lo largo del tiempo un buen número de grupos han querido
demostrar que no es un cráter o que no tiene relación con las
extinciones pero la teoría ha sobrevivido por 30 años a estudios cada
vez más minuciosos”, concluyó Urrutia.
De acuerdo con un estudio que se publica esta semana en la revista Science,
realizado por un equipo internacional de 41 investigadores, se ha
reafirmado con evidencias geológicas recabadas en varias partes del
mundo que un único impacto ocurrido en lo que hoy es la comunidad de
Chicxulub en Yucatán, fue el responsable de la extinción total de los
dinosaurios.
Paleontólogos, geoquímicos, geofísicos, climatólogos, entre otros
especialistas, han realizado análisis a muestras de suelo recabados
durante 20 años en México, Canadá, Europa, Australia, África, y en los
océanos Atlántico, Pacífico e Índico, y concluyen que ésta es la única
explicación plausible de la extinción rápida.
Para Jaime Urrutia, del Instituto de Geofísica de la Universidad
Nacional Autónoma de México y coautor del estudio, esta capa es un
marcador global, una "firma geoquímica" del cretácico-terciario (K-T)
que se encuentra en el basamento profundo de Yucatán asociado
directamente al impacto de Chicxulub (lugar del cuerno prendido o clavado, en maya) que se reconoce en todas las capas analizadas del mundo.
"Se estudiaron las propiedades físicas y mineralógicas que evidencian
que se trata de una sola capa marcadora global con abundancia de iridio
e inmediatamente después hay una declinación drástica en abundancia
fósil, que se correlaciona con las extinciones de ese periodo del
planeta", .
De acuerdo con el estudio, al chocar con la atmósfera a una velocidad
20 veces superior a la de una bala de rifle, el asteroide compuesto de
hielo, iridio, cromo y níquel generó una explosión catastrófica que
penetró el suelo hasta una profundidad de 30 kilómetros y dejó un cráter
de más de 200 kilómetros de diámetro.
También se han encontrado evidencias de cuarzo "agitado" en los
expedientes geológicos, que se producen rápidamente por una fuerza
masiva; estos minerales se hallan solamente en los sitios de explosión
nuclear o de impacto de meteorito. Pero los investigadores han
localizado abundancia de cuarzo en las muestras de todo el mundo en el
límite del K-T.
La interacción con la atmósfera de la Tierra y la fuerza
gravitacional elevó la temperatura del cuerpo del asteroide a miles de
grados, lo que originó que se volatilizara y generara una onda de choque
que desintegró al asteroide y grandes capas de suelo, calcinando a todo
ser vivo cercano a la zona de impacto.
Los investigadores estiman que todos los organismos con peso corporal
superior a los seis kilogramos se extinguieron con el impacto; sólo
pequeños roedores que habían convivido con los dinosaurios sobrevivirían
al cataclismo. El camino estaba despejado para el reinado de los
mamíferos.
Joanna Morgan, del Imperial College de Londres, junto con los
mexicanos Urrutia y Mario Rebolledo, ha recolectado datos sísmicos a
través de la estructura del cráter y ha determinado que la energía del
impacto fue equivalente a un millón de las bombas atómicas más
poderosas.
Para Morgan, el impacto expulsó materiales hacia todo el planeta e
incluso fuera de la atmósfera que llegaron a la Luna y seguramente
también a Marte. Ella ha realizado modelos numéricos de la forma en cómo
reingresó este material expulsado fuera de la atmósfera de la Tierra:
millones de meteoritos a velocidades de 7.000 y 40.000 kilómetros por
hora cubrieron prácticamente todo el planeta, ocasionando que durante
varias horas su temperatura se incrementara hasta 700 y 800 grados.
Esta catástrofe fue más energética de lo que se había pensado antes,
generando volúmenes mucho más grandes de sulfuro, polvo y cenizas que
fueron lanzados y concentrados en la atmósfera durante más de un año.
Ésta fue la lápida de los dinosaurios, ya que se el oscurecimiento y el
enfriamiento del planeta interrumpieron la fotosíntesis de casi todas
las plantas acabando con cadenas alimenticias completas.
"Las perturbaciones ambientales fueron tremendas pero, para
entenderlas, estamos desarrollando modelos climatológicos más avanzados
que expliquen los efectos ambientales después del impacto", explica
Morgan.
"Al momento del impacto, gran parte de la plataforma continental se
desplomó, ocasionando terremotos de más de 11 grados Richter, así como
gigantescos tsunamis", dice José Manuel Grajales, investigador del
Instituto Mexicano del Petróleo y coautor del artículo.
El geólogo mexicano ha analizado muestras de la zona de impacto
obtenidos de pozos petroleros de Pemex y de la selva chiapaneca, con lo
que ha concluido que, al tratarse de una zona carbonatada y con sulfato
de calcio, el impacto generó gases más letales: "Hubo una lluvia de
ácido sulfúrico y de otros gases".
Grajales formó parte del equipo de trabajo del investigador
estadounidense de origen español Luis Álvarez, Premio Nobel de Física
1968 y el primero en proponer la teoría del impacto en la extinción de
dinosaurios en 1980; desde entonces, Grajales ha analizado sedimentos
marinos de la zona donde hay una brecha con yacimientos petroleros, cuya
formación se ha podido comprender gracias a la teoría del impacto de
Chicxulub. Este especialista ha analizado materiales de la superficie
terrestre que fueron enviados hacia aguas profundas de la zona, los
mismos rastros que se han localizado en Europa, el Norte de África y
otros océanos. "Estos resultados sustentan mejor la teoría de Chicxulub,
que en realidad nunca ha estado débil frente a las otras".
Las otras dos hipótesis más difundidas sobre la extinción de
dinosaurios es la de los múltiples impactos en varias partes del mundo y
la actividad volcánica extrema en Deccan Trapps, India. Sin embargo, de
acuerdo con los especialistas, ninguna de las dos cuenta con
suficientes bases geológicas. En ese sitio hubo erupciones volcánicas a
lo largo de 1.5 millones de años, que arrojaron suficiente lava de
basalto para llenar el Mar Negro dos veces. Se pensó que esto ocasionó
el enfriamiento de la atmósfera y lluvia ácida a escala global, sin
embargo, solamente se han registrado cambios de menor importancia
500.000 años antes del límite de K-T.
"Los modelos de química atmosférica de Deccan y los datos observados
indican que, aunque hubo volúmenes significativos de sulfuro, tuvieron
efectos en el planeta en un periodo relativamente corto", indica el
estudio de Science. "Esto no hizo el suficiente daño para crear una extinción total rápida en tierra y en el mar".
La hipótesis de los múltiples impactos sostiene que en algunos
estudios geológicos previos se estima que el impacto de Chicxulub
ocurrió 300.000 años antes de la extinción del K-T, pero los
investigadores consideran que esos estudios malinterpretaron las
evidencias porque las rocas cerca de la zona del impacto experimentaron
procesos geológicos complejos después de la colisión.
Además, hasta ahora no se han localizado evidencias de otros impactos
en el mismo periodo pues los científicos estiman que impactos de esta
magnitud ocurren una vez cada 200 millones de años.
Y HASTA AQUI LLEGARON ESTOS FABULOSOS ANIMALES.......